Durante la temporada del Orgullo, celebramos la fuerza de nuestra comunidad y reconocemos nuestros retos. Nuestro creador de contenidos, Amin Falah, comparte su historia de enfrentamiento a la homofobia. Si alguna vez te has enfrentado a acoso o agresión homófoba, no estás solo, y esperamos que la historia de Amin te ofrezca fuerza e inspiración.
Nota: Este blog contiene una imagen gráfica que algunos pueden considerar perturbadora.
Siempre he lidiado con la homofobia. Cuando era más joven, recuerdo que le preguntaba a mi madre qué significaba “gay” porque los niños y los adultos me llamaban así cuando sólo tenía 8 años. Era un niño extravagante, juguetón y creativo, así que incluso antes de comprender mi sexualidad, ya me definían los demás. Por desgracia, eso no fue más que el principio.
“¡Deberías decírselo a todo el mundo!”
En la escuela, la gente siempre se sentía con derecho a presionarme para que hablara de mis preferencias sexuales. Sabía que me atraían los hombres, pero ¿por qué tenía que confirmárselo a los demás? ¿Me estoy ayudando a mí mismo o sólo satisfago la curiosidad de la gente? Una vez, mi profesor me dijo delante de la clase que no podría ir a una excursión escolar a menos que saliera del armario delante de todos.
Una violenta emboscada
Más adelante en la vida, me enfrenté a una violencia más grave. Normalmente, cuando salía de casa, me miraban de arriba abajo con desaprobación o me gritaban improperios. Pero una vez, me enfrenté a otro nivel de agresión.
Un día me atacaron unos tipos que me estaban esperando expresamente. No conocía a ninguno de estos hombres. Pero me conocían por las redes sociales.
Aceptándome a mí mismo
Cuando fui atacado delante de mi hotel por un grupo de 12 personas, poco pasó por mi mente. Por extraño que parezca, no sentí dolor en ese momento. Me sorprendió sobre todo lo que me había ocurrido. Siempre me había sentido tan intocable precisamente porque me había atrevido a ser yo mismo.
Recuerdo cómo solía adaptarme inconscientemente a los demás para evitar que me juzgaran, como por ejemplo haciendo más grave mi voz cuando estaba con hombres heterosexuales. He recorrido un largo camino desde entonces; hoy en día, no hago nada ni remotamente parecido. Acepto quien soy y no busco la aprobación de todo el mundo. Claro que el respeto de los demás está bien, pero para mí es más importante respetarme a mí mismo.
Cómo la homofobia nos cambia a todos
La homofobia sigue dejándome huella. Por ejemplo, he desarrollado mis propios prejuicios, anticipando cómo podrían juzgarme los demás. Es lamentable, pero es un mecanismo de defensa. No actúo de acuerdo con mis prejuicios; no me llevan a la violencia ni a compartir opiniones no solicitadas, y siempre me recuerdo a mí mismo que es humano tener prejuicios, lo que importa es si actúas o no de acuerdo con ellos.
El impacto de la homofobia es diferente para cada persona, porque las personas se encuentran en situaciones diferentes. El mayor reto es que seguirá siendo un problema. Aunque estamos avanzando en visibilidad, oportunidades y respeto en muchos lugares, la homosexualidad sigue estando penada en 67 países. Mucha gente en todas partes sigue juzgando a los demás por su sexualidad debido a su educación o religión.
Queda mucho trabajo por hacer. ¡Pero lo conseguiremos!
La homofobia afecta a nuestra vida cotidiana de muchas maneras. ¿Tienes alguna historia que compartir? Nos encantaría conocer tus experiencias: envíanos un mensaje en Instagram. 💙